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noviembre 14, 2016
Portland – La ACLU de Maine y GLAD escribieron a la Fiscal General Janet Mills instándole a que se tomara una consideración especial en su investigación sobre la muerte por suicidio de un joven transgénero en el Centro de Desarrollo Juvenil de Long Creek en algún momento a finales de octubre o principios de noviembre.
“No sólo es fundamental comprender lo que pasó con este joven, sino que esta muerte plantea preocupaciones urgentes y sustanciales sobre las condiciones, políticas, patrones y prácticas en Long Creek y la salud, la seguridad y el bienestar de las personas transgénero, lesbianas y gays. y jóvenes bisexuales”, escriben los grupos.
Si bien los detalles de la muerte no se han hecho públicos, la ACLU y GLAD han confirmado con múltiples fuentes que el niño transgénero estaba alojado en la unidad de niñas y estaba bajo vigilancia de suicidio cuando ocurrió el incidente.
La carta describe los estándares nacionales vigentes con respecto a la salud mental de los jóvenes encarcelados en general y de los jóvenes transgénero en particular, y ofrece recursos para asegurar una investigación adecuada y exhaustiva.
La carta pide al fiscal general que nombre investigadores que tengan conocimientos especializados en cuestiones LGBT. Debido a conceptos erróneos, estereotipos y prejuicios, las personas transgénero enfrentan una mayor especificidad mientras están encarceladas.
“Los jóvenes transgénero enfrentan un desafío de hostilidad por parte de sus pares y a menudo son rechazados por sus propias familias debido a quiénes son”, dijo Polly Crozier, abogada senior de GLAD. “Los años de la adolescencia son difíciles para todos, pero sumado al dolor del rechazo y el estigma del encarcelamiento, pueden ser insoportablemente dolorosos para los jóvenes transgénero”.
La carta insta además a los investigadores a consultar con expertos reconocidos a nivel nacional en mejores prácticas y estándares de atención para todos los jóvenes encarcelados. Según la carta, muchos de los jóvenes de Long Creek padecen enfermedades mentales, tienen antecedentes de trauma y abuso, y tienen experiencia con la adicción, ya sea propia o de miembros de su familia.
“La mayoría de los niños encerrados en centros penitenciarios han experimentado algún tipo de trauma, abuso o enfermedad mental en su juventud. La Constitución y la decencia humana nos exigen que nos aseguremos de que reciban atención de salud mental adecuada mientras estén bajo custodia del estado”, dijo Jamesa Drake, abogada de la ACLU de Maine. "Tragedias como ésta plantean dudas sobre si Long Creek y otros centros de detención juvenil están equipados para brindar esa atención".